El Dossier

Parece que en este año no habrá fanfic. Pero no se preocupen, esto se compensará con gran variedad de artículos, la mayoría dedicadas a waifus. Espero y todos los artículos a su debido tiempo, tres artículos grandes e importantes están ralentizando el paso.

sábado, 10 de agosto de 2024

Peleas en la cocina

En la cocina de una vieja cabaña veraniega, se ha desatado un motón de problemas de las que se requirió un fuerte esfuerzo para deshacerlas. Si bien todo iba normal como siempre, las cosas se salieron de control cuando los Makuta irrumpieron a la cabaña para robarse los muebles, normal de ellos el realizar tale actos vandálicos.

Se estuvo pensando en muchas maneras de deshacerse de los Makuta sin dañar la casa en el proceso, todas las opciones que tenían no parecían ser las adecuadas por estas razones. Estuvieron toda la mañana pensando en lo que podrían hacer para sacarlos sin hacer tanto desorden. De todas las ideas, dejaron que Jaller hiciera el suyo.

Esta idea consistía en sacar a los Makuta con los fuertes olores del ajo, digo, no es como que a cualquiera le agrade el olor de esta especia, y ni hablar del sabor.
Todos no estaban de acuerdo con la idea de espantarlos con el ajo, pero sabiendo cómo es Jaller, dejaron poner en marcha su plan. La idea era tentarlos y dejar que prueben la especia. Sabiendo que les desagradaría el sabor, ya sería fácil convencerlos de dejar la casa si no querían seguir probando los ajos.

Para ser una mala idea, funcionó bien y tal como lo esperaban. La mayoría de los Makuta fueron convencidos de dejar la casa y devolver los muebles que pensaban llevarse, estaban casi por vaciar la casa. Sin embargo, de todos los Makuta que se encontraban en la cabaña, uno de ellos se había quedado para el asombro de todos los presentes, ¿razón? le gustó el saber del ajo.

Si la idea de usar eso para sacar a los Makuta era rara, ver a uno de ellos disfrutar de su sabor tan inusual era ya una enorme rareza. Pero este Makuta no era tan tonto, es decir pelaba los ajos antes de comérselos y expulsaba un olor a muerto del paladar. Esto último también generó mucha confusión en los presentes, no era normal para ellos ver a alguien del universo Matoran engullir y masticar algo (con excepción de los Skakdi), este momento era tan extraño.
Jaller se acercó a este Makuta, quien prefirió guardar su nombre en el anonimato, para hablar sobre esto. El Makuta había mencionado que no guardaba ningún secreto ni nada de eso, simplemente comía como cualquier otro ser vivo. Empezó a degustar de cosas inusuales hace poco, dejando de lado la absorción de energía que posee todas las especies del universo Matoran. Ha estado recorriendo alguno que otro sitio ambulante de comida, y todas sus experiencias se resumen en un placer que cualquiera puede sentir si se lo propone.

Su gusto por el ajo comenzó una vez que disfrutaba una buena parrillada. Mientras disfrutaba de todo lo que pudiera comer, masticó sin querer un diente de ajo, lo extaño e inusual que era el saber de esto le hizo cambiar de parecer con ciertas cosas que consideraba incapaz de comer, entre ellas los ajos. De poquito a poco comenzó a darle el visto bueno a esta especia, llegando a comerse una cabeza por día, diente por diente, ya todos lo conocían por eso.

A Jaller le pareció interesante lo que contaba este Makuta, no había oído sobre alguien como él que tuviera este pasatiempo culinario. Estaba interesado por saber más de este chico, el resto de Matorans presentes también estaban interesados por lo que contaba, así que lo dejaron quedarse con tal de darle todo el ajo posible.

Antes de que articulara una palabra, se escuchó que alguien había tirado la puerta de golpe. El resto de los Makuta había regresado, no eran tan estúpidos como para dejarse llevar por lo que decía un Matoran. Nuevamente discutieron sobre los muebles de la cocina, pero esta vez no se iban a dejar tan fácilmente, los Matoran y el Makuta (quien no estaba de acuerdo con robar en primer lugar) se pusieron a la defensiva contra ellos, si querían pasar tendrían que hacerlo por encima de ellos.

A los Matoran no les fue tan difícil someter a los Makuta con cualquier cosa que encontraran, Se había hecho un enorme revoltijo con tanto movimiento en un área tan pequeña como lo era la cocina, igualmente fue difícil sacarlos de la cabaña para golpear mejor a los Makuta.

Con la paliza que recibieron, los Makuta decidieron mejor dejar en paz a los Matoran, todo antes de que los dejaran tan calientes como el caldo. Mientras que ellos, habían ganado un nuevo amigo con el robo que arruinaron, les había caído bien al haber contado lo que es, era alguien simpático. Se le perdonó el haber participado en el robo sabiendo que no pensaba hacerlo, así que con la cabaña encontraría un nuevo sitio en donde dar un poco de sus gustos en la cocina.

. . .

En otra parte de la ciudad, Tahu se encontraba preparando un pequeño pero exquisito banquete de nachos con salsa y chiles en vinagre. Estaba por dar comienzo un partido de tenis, y no se lo perdería por nada, por eso decidió preparar su comida para disfrutar del partido; ya saben, cosas que suelen hacer algunos en el mundo del deporte trasmitido por televisión.
El dinero no alcanzó para el queso de nachos
No estaría solo, estaría acompañado de Lewa y Pohatu, quienes también esperaban ver el partido. Se encontraban en una habitación de un hotel barato debido a que antes de eso estaban por ir a un pueblo para resolver algo, pero le habían recordado que el partido era justamente ese día y decidieron pasar el resto de la tarde en un hotel para verlo.

Tahu ya tenía listo las charolas con los nachos, pero al preguntar por los toppings, los otros dos Toa habían dicho que la carne se la había llevado un perro y los frijoles refritos se echaron a perder, obligándolos a tirarlo en el jardín del hotel. Demasiado molesto quedó Tahu al oír esto, diciendo que no podrían disfrutar el partido con un buen acompañante para los nachos. Lewa se limitó a decir que no era para tanto, y Pohatu, pues... salió corriendo a buscar una lata de frijoles refritos y algo de carne.

Dejando a un lado la comida, Tahu trató de convencer al Toa del aire que sí o sí debía haber una comida perfecta para el partido, si no el partido no se disfrutaría. Esto ya molestaría a Lewa, pensando que todo ahora se ha vuelto un berrinche por parte del Toa de fuego, capaz si quemaba todo el cuarto por su enojo, y no iban a pagar los daños causados, esto último se lo había dicho en voz alta.

Sabiendo esto, los dos sólo se limitaron a empujarse y golpearse para ver quién tiene la razón. Era algo absurdo y divertido que se empezaran a pelear por un simple plato de nachos con poco condimento. La pelea pasó de los golpes a mano limpia a utilizar objetos, usando lo que sea que encontraran para pelear, ignorando el ruido que estaban ocasionando y molestaba al resto de gente que estaba allí, y ni hablar del tiempo que faltaba para que empezara el partido.

Toda la pelea resultó en un escandalo tan fuerte que todos los inquilinos salieron a reclamar el alboroto. Al final el dueño los sacó del hotel por perturbar la tranquilidad del resto de inquilinos. Tahu estuvo echándole la culpa a Lewa, pero él se defendía diciendo que en realidad la tuvo él por empezar todo por algo tan absurdo como una simple comida. Los dos simplemente dejaron ya todo de lado para no seguir con la pelea, limitándose a buscar otra forma de ver el partido.

Pohatu había regresado al hotel, pero al oír que los dos Toa fueron sacados por pelear y hacer escandalo fue a buscarlos. Dio con ellos en una tienda de electrónicos, donde los dos se encontraban viendo el partido en uno de los tantos televisores que vendían. Había traído todo para los nachos, pero sin electrónicos a la mano no podrían hacer nada, no iban a usar los que estaban en la tienda. Él sólo se limito a sacar la bolsa de nachos y la salsa y compartir con sus amigos, era lo poco que podía hacer con ellos, pero al menos ya tendrán algo que comer durante el partido.

The End

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